El Dolor el Trastorno Universal
¿Cuál es el Futuro de la Investigación Sobre el Dolor?
El Dolor el Trastorno Universal
Puede ser la sensación fogosa de una quemadura momentos después de que su dedo toca
la estufa. O es un dolor sordo sobre el entrecejo después de un día de estrés y tensión.
O puede reconocerse como una punzada aguda en la espalda después de levantar algo
pesado.
Es el dolor. En su forma más benigna, nos avisa que algo no está bien, que debemos tomar medicamentos o ver al médico.
En el peor de los casos, sin embargo, el dolor nos quita nuestra productividad, nuestro bienestar, y para muchos de nosotros que sufrimos una enfermedad prolongada, nuestras vidas.
El dolor es una percepción compleja que difiere enormemente entre los pacientes, aún entre los que parecen tener lesiones o enfermedades idénticas.
En 1931, el médico misionero francés Dr. Albert Schweitzer escribió,
"El dolor es un señor de la humanidad más terrible que la muerte misma." Hoy, el dolor se
ha convertido en el trastorno universal, un tema de salud pública serio y costoso, y un
desafío para la familia, amigos y proveedores médicos que deben dar apoyo al individuo que
sufre las consecuencias físicas al igual que las emocionales del dolor.
Breve historia del dolor
Las civilizaciones antiguas registraron en tablas de piedra relatos del dolor y de los
tratamientos usados: presión, calor, agua y sol. Los humanos primitivos relacionaban el dolor
al diablo, la magia y los demonios. El alivio del dolor era la responsabilidad de los brujos,
chamanes, sacerdotes y sacerdotisas que usaban hierbas, ritos y ceremonias como
tratamientos.
Los Griegos y los Romanos fueron los primeros en anticipar la teoría de la sensación, la idea de que el cerebro y el sistema nervioso tienen un papel en producir la percepción del
dolor.
Pero no fue hasta la Edad Media y hasta dentro del Renacimiento, en los siglos 1400 y
1500, que la evidencia en apoyo de estas teorías comenzó a acumularse. Leonardo da Vinci
y sus contemporáneos llegaron a creer que el cerebro era el órgano central responsable
por la sensación. Da Vinci también desarrolló la idea de que la médula espinal transmite
sensaciones al cerebro.
En los siglos 17 y 18, el estudio del cuerpo y los sentidos continuó siendo una fuente de
asombro para los filósofos del mundo. En 1664, el filósofo francés René Descartes describió
lo que hasta la fecha aún se conoce como "vía del dolor." Descartes ilustró cómo partículas
de fuego, en contacto con el pie, viajan al cerebro y comparó la sensación de dolor con el
sonido de una campana.
En el siglo 19, el dolor fue a habitar en una nueva morada, las ciencias, allanando el camino
para los avances en la terapia del dolor. Los científicos médicos descubrieron que el opio, la
morfina, la codeína y la cocaína podían usarse para tratar el dolor.
Estos medicamentos llevaron al desarrollo de la aspirina, hasta hoy el analgésico usado más comúnmente. En breve, se refinó la anestesia general y regional y se aplicó durante
cirugía.
"No tiene más futuro que sí mismo," escribió la poetisa Americana del siglo 19 Emily
Dickinson hablando del dolor. A medida que se desarrolla el siglo 21, sin embargo, los
avances en la investigación sobre el dolor están creando un futuro menos sombrío que el
descrito en el verso de Dickinson, un futuro que comprende un mejor entendimiento del
dolor, junto con tratamientos muy mejorados para mantenerlo controlado.
Las dos caras del dolor: agudo y crónico
¿Qué es el dolor? La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como:
Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño tisular real o
potencial o descrito en términos de tal daño.
Es útil distinguir entre dos tipos básicos de dolor, agudo y crónico, porque tienen grandes
diferencias.
El dolor agudo, mayormente es consecuencia de una enfermedad, inflamación, o lesión
tisular. Este tipo de dolor generalmente aparece abruptamente, por ejemplo, luego de un
trauma o una operación, y muchos pueden acompañarse por ansiedad o angustia
emocional. La causa del dolor agudo generalmente puede diagnosticarse y tratarse, siendo
el dolor autolimitante, o sea que está confinado a un período de tiempo y gravedad dado.
En algunas instancias raras, puede convertirse en crónico.
El dolor crónico se considera ampliamente como el representante mismo de la enfermedad.
Puede empeorar mucho debido a factores ambientales y psicológicos.
El dolor crónico persiste durante un período de tiempo más largo que el dolor agudo y
resiste la mayoría de los tratamientos médicos. Puede causar problemas graves para los
pacientes, y a menudo lo hace
A la vanguardia de la investigación sobre el dolor están los científicos respaldados por los
Institutos Nacionales de Salud (NIH), incluso el NINDS. Otros institutos en NIH que respaldan
la investigación sobre el dolor son el Instituto Nacional de Investigación Dental y
Craneofacial, el Instituto Nacional del Cáncer, el Instituto Nacional de Investigación en
Enfermería, el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas y el Instituto Nacional de Salud
Mental. Desarrollar mejores tratamientos para el dolor es la meta principal de todas las
investigaciones sobre el dolor que realizan estos institutos.
Algunos analgésicos embotan la percepción del paciente al dolor.
La morfina es una de esas drogas. Funciona por medio de la maquinaria de analgésicos
naturales del cuerpo, evitando que los mensajes de dolor alcancen el cerebro.
Los científicos están trabajando hacia el desarrollo de un medicamento parecido a la
morfina que tenga sus cualidades analgésicas sin sus efectos secundarios negativos, como
la sedación y el potencial para adicción.
Los pacientes que reciben morfina también enfrentan el problema de la tolerancia a la
morfina, que significa que con el tiempo necesitan dosis mayores de la droga para alcanzar
el mismo alivio del dolor.
Estudios han identificado factores que contribuyen al desarrollo de la tolerancia; el progreso
continuado en esta línea de investigación debería finalmente permitir que los pacientes
tomen dosis menores de morfina.
Un objetivo de los investigadores que trabajan para desarrollar la futura generación de
analgésicos es tomar una ventaja completa del "centro de conmutación" del dolor del cuerpo
formulando compuestos que eviten que las señales de dolor se amplifiquen o que se
detengan del todo. Bloquear o interrumpir las señales de dolor, especialmente cuando no
hay lesión o trauma para el tejido, es una meta importante en el desarrollo de los
analgésicos.
Un mayor entendimiento de los mecanismos básicos del dolor tendrá implicaciones
profundas en el desarrollo de medicamentos futuros. Las siguientes áreas de investigación
nos están acercando a un analgésico ideal.
Sistemas e imágenes: La idea de marcar funciones cognitivas en áreas precisas del cerebro se remonta a la frenología, la práctica ahora arcaica de estudiar chichones en la cabeza.
La tomografía con emisión de positrones (PET), la imagen por resonancia magnética
funcional (fIRM), y otras tecnologías para la obtención de imágenes ofrecen una imagen
vívida de lo que está pasando en el cerebro mientras se procesa el dolor.
Usando imágenes, los investigadores ahora pueden ver que el dolor activa al menos tres o
cuatro áreas clave de la corteza cerebral, la capa de tejido que cubre el cerebro.
Es interesante que cuando los pacientes se someten a hipnosis para no experimentar el
disgusto de un estímulo doloroso, se reduce la actividad en algunas áreas cerebrales,
aunque no todas. Esto enfatiza que la experiencia del dolor involucra un fuerte componente
emocional al igual que una experiencia sensorial, a saber, la intensidad del estímulo.
Canales: La frontera en la búsqueda de nuevos objetivos farmacológicos está representada por canales.
Los canales son pasajes parecidos a puertas encontrados en las membranas
de las células que permiten a partículas químicas cargadas eléctricamente llamadas iones
pasar a las células.
Los canales iónicos son importantes para trasmitir señales a través de la membrana del
nervio. Ahora existe la posibilidad de desarrollar nuevas clases de medicamentos, incluso
cócteles para el dolor que actuarían en el sitio de la actividad del canal.
Factores tróficos: Puede surgir una clase de medicamentos de "rescate" o "restauradores"
de nuestro creciente conocimiento sobre factores tróficos, las sustancias químicas naturales
encontradas en el cuerpo humano que afectan la supervivencia y la función de las células.
Los factores tróficos también promueven la muerte celular, pero se sabe poco acerca de
cómo algo beneficioso puede convertirse en perjudicial. Los investigadores han observado
que una sobreacumulación de ciertos factores tróficos en las células nerviosas de animales
produce una sensibilidad aumentada al dolor, y que algunos receptores encontrados en las
células responden a los factores tróficos e interactúan entre sí.
Estos receptores pueden proporcionar objetivos para nuevas terapia para el dolor.
Genética molecular: Ciertas mutaciones genéticas pueden cambiar la sensibilidad y las
respuestas conductuales al dolor. Las personas que nacen genéticamente insensibles al
dolor, o sea, individuos que no pueden sentir dolor, tienen una mutación en parte de un gen
que juega un papel en la supervivencia celular.
Usando modelos animales "inactivados" genéticamente programados para carecer de un
cierto gen, los científicos pueden visualizar cómo las mutaciones de los genes hacen que
los animales se vuelvan ansiosos, hagan ruido, se encabriten, se congelen, o se vuelvan
hipervigilantes.
Estas mutaciones genéticas causan una disrupción o alteración en el procesamiento de la
información dolorosa cuando sale de la médula espinal y viaja al cerebro. Los animales
inactivados pueden usarse para complementar los esfuerzos dirigidos a desarrollar nuevos
medicamentos.
Plasticidad: Después de una lesión, el sistema nervioso está sometido a una reorganización
enorme. Este fenómeno se conoce como plasticidad. Por ejemplo, la médula espinal se
"reconecta" luego de un trauma a medida que los axones de las células nerviosas hacen
nuevos contactos, un fenómeno que se llama "brote." Esto a su vez interrumpe el suministro
celular de factores tróficos.
Ahora los científicos pueden identificar y estudiar los cambios que se producen durante el
procesamiento del dolor. Por ejemplo, usando una técnica llamada reacción en cadena de la
polimerasa, abreviada PCR (en inglés), los científicos pueden estudiar los genes inducidos
por la lesión y el dolor persistente.
Existe evidencia de que las proteínas que son en última instancia sintetizadas por estos
genes pueden ser el objetivo de nuevas terapias. Los cambios dramáticos que se producen
con lesiones y dolor persistente subrayan que el dolor crónico debe considerarse como una enfermedad del sistema nervioso, no solamente como dolor agudo prolongado o un
síntoma de una lesión. Por ello, los científicos esperan que las terapias dirigidas a prevenir
los cambios a largo plazo que se producen en el sistema nervioso evitarán el desarrollo de
afecciones de dolor crónico.
Neurotransmisores: Al igual que las mutaciones en los genes pueden afectar la conducta,
también pueden afectar un número de neurotransmisores involucrados en el control del
dolor. Usando tecnologías para imágenes sofisticadas, los investigadores ahora pueden
visualizar lo que está pasando químicamente en la médula espinal. De este trabajo pueden
surgir nuevas terapias que pueden ayudar a reducir u obliterar el dolor crónico o grave.
Esperanza para el futuro
Hace miles de años, los antiguos atribuyeron el dolor a los espíritus y lo trataron con
misticismo y conjuros. A lo largo de los siglos, la ciencia nos ha proporcionado la habilidad
notable de entender y controlar el dolor con medicamentos, cirugía y otros tratamientos.
Hoy, los científicos entienden mucho sobre las causas y los mecanismos del dolor, y la
investigación ha producido adelantos dramáticos en el diagnóstico y tratamiento de un
número de trastornos dolorosos.
Para las personas que luchan diariamente contra las limitaciones impuestas por el dolor, el
trabajo de los científicos respaldados por NINDS mantiene la promesa de un mayor
entendimiento del dolor en los años venideros.
Su investigación ofrece un arma poderosa en la batalla para prolongar y mejorar las vidas
de las personas con dolor: la esperanza.
Fuente:
National Institutes of Health. ( https://salud.nih.gov )
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